El primer día fue algo que no estaba destinado a ser... Yo no estaba pensando en hacer el camino, sólo al día siguiente, sin embargo, mi amigo São me retó y dijo que sería sólo una preparación para ver cómo sería. ir en los proximos dias. A mí me pareció un poco temerario emprender el camino ese día, ya que llovía mucho. Había observado el tiempo durante los días que íbamos a caminar y estuvo lloviendo durante los primeros dos días. Yo había ido preparado, ya había algunas lloviznas en el camino, no estaba preparado para una lluvia fuerte pero todo estaba bajo control, habíamos acordado que si llovía mucho no haríamos el camino, era muy incómodo caminar con mochilas bajo la lluvia. Fue esta lluvia que presenciamos en el viaje de Braga a Melgaço, una lluvia fuerte. Camino de São, me preguntó si íbamos a emprender el viaje hoy, en el tramo de Melgaço a Cevide. No me parecía buena idea, considerando la tormenta, nos íbamos a mojar todos, mi cabeza me decía que no era buena idea. Al pasar Valença el tiempo empezó a mejorar, las nubes se disiparon un poco y dejó de llover, São seguía diciendo que si el tiempo seguía así podíamos emprender el viaje cuando llegáramos. Creo que a estas alturas todavía no estaba muy preparado para lo que me esperaba. Obviamente estamos acostumbrados a las comodidades, no tenemos muchas ganas de salir en medio de la lluvia, queremos estar abrigados - ahí empezó mi batalla interna - ir ese día, o no ir. Fuimos al supermercado a comprar provisiones para los próximos días y aquí tuve mi primer sello en mi credencial. Es extraño como este sello cambió mi forma de pensar, algo tan pequeño y casi sin significado, para mí fue un hito, tal vez fue el momento en que algo despertó dentro de mi cabeza diciendo “¡De verdad estás haciendo esto!”. Mi interna estaba hirviendo, la ambigüedad siempre me estaba cuidando, el hecho de que no quería ir ese día, mi mente estaba inventando todas las justificaciones: “estaba lloviendo, me iba a mojar todo, yo no estaba tan bien preparado…” pero ese sello, ese pequeño gesto que hizo la señora del supermercado fue como el detonante para seguir adelante.
Por Irina Marques
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