Cuando salimos del albergue, el clima comenzó a amenazar con lluvia, continuamos nuestro camino. Los alrededores eran tan hermosos y rústicos y la vegetación verde estaba por todas partes a nuestro alrededor. Continuamos nuestro camino y dejamos atrás la iglesia de São Miguel de Destriz.
Seguimos siempre la localización hasta Agra, y aquà nos encontramos con la primera duda de por dónde irÃamos, cuando llegamos a un cruce con la carretera de Ourense no vimos la señalización en la carretera cubierta de vegetación, seguimos paseando de diez a quince minutos dando vueltas. Cuando identificamos la marca que consistÃa en una flecha amarilla con las letras de C.M.R. en tierra continuamos hacia el siguiente lugar que era Condado. En este tramo el recorrido se hizo siempre sobre la carretera, donde nos acompañó nuevamente la lluvia. Tuvimos cuidado con los impermeables pero ella insistÃa en aparecer y desaparecer, lo que hacÃa que nos pusiéramos y quitáramos constantemente la ropa de protección. Pasamos junto a la Igrexa de Santa Maria do Condado y nos disponÃamos a seguir por la carretera de Ourense cuando un señor, que apareció en el momento oportuno, nos indicó que el camino no era por la carretera sino por un callejón que giraba a la izquierda. Era la persona adecuada en el lugar adecuado, porque nos perderÃamos, el cartel no se veÃa en la carretera, ya estaba muy oscuro y de nuevo con vegetación encima.
Bajamos la ladera y pasamos entre la vegetación hacia Sa, en este momento llovÃa mucho y toda la vegetación estaba mojada, el camino ni siquiera estaba despejado por la falta de gente, asà que terminó siendo un tramo donde nos mojamos todos en medio de la maleza y los ejidos. Confieso que me estaba poniendo a prueba a cada momento, la lluvia y en ese preciso momento la vegetación estaba toda mojada y sin ser cortada para que pasara la gente me estaba empezando a trastear con el interior, se ponÃa peor cuando se me metÃan los pies empapados - caminar con los pies mojados no serÃa agradable y aún no habÃamos caminado ni 5 kms. En este punto cambié de pensamiento y traté de deshacerme de toda esa insatisfacción, solo pensé en dónde terminarÃamos después de esa aventura y el hecho de estar rodeado de vegetación me dio otro impulso. No todos los dÃas caminamos en medio de la naturaleza, ahà olemos la tierra mojada, las gotas que se juntaban en las hojas y formaban espejos de agua Me sentà libre aunque muy insatisfecha con la condensación que empezaba a formarse en la cuerpo y las zapatillas que se habÃan vuelto charcos otra vez. En ese momento, solo podÃa reÃr, ¿por qué me metà en esos trabajos? Algo que me encontré en el camino fue que cada vez que habÃa una situación desagradable o incómoda, mi forma de ver las cosas era con sentido del humor, de esa manera aliviaba la situación, me calmaba y continuaba, parecÃa una especie de defensa. mecanismo.
Al rato salimos a un camino de ripio y cemento, pasamos un crucero y continuamos cuesta arriba hasta llegar a la carretera principal desde donde habÃamos tomado el desvÃo a Sa. Nos preguntamos por qué ese desvÃo, terminamos caminando mucho más lejos, nos mojamos todos en la hierba y el barro cuando podÃamos haber seguido adelante e ir al mismo lugar. Pero los caminos de Santiago están, aun asÃ, compuestos de desvÃos para que podamos visitar determinados lugares, otras veces, para simplemente acortar algún camino y ser más rectos. Y después de atravesar toda la vegetación el sol decidió asomarse hacia atrás, aunque siempre muy tÃmidamente.
Cuando llegamos a la carretera principal OU-801, habÃa una indicación para ir a la derecha, sin embargo el dÃa anterior habÃamos visto que esa carretera conducirÃa a una zona industrial, aquà decidimos seguir adelante porque la carretera cruzarÃa este camino de nuevo un poco más adelante. No era un paisaje fenomenal para caminar en medio de la carretera nacional, el principal foco de atención eran los autos y aquà nos cruzamos con un señor que en ese momento habÃa chocado su auto. A nuestra derecha habÃa montañas de baja altura mientras que a nuestra izquierda tenÃamos la compañÃa del serpenteante rÃo Miño, aunque no podÃamos verlo debido a la gran cantidad de árboles que atravesaban el paisaje. Ahora nuestro camino sólo pararÃa en Cortegada y lo harÃa todo por la nacional. Conseguimos tener unas vistas fabulosas del paisaje que nos rodea, varias montañas verdes, llenas de árboles y cruzamos el puente sobre el rÃo Deva.
La lluvia nos habÃa dado una tregua, y podemos deshacernos de los impermeables, a estas alturas solo caminaba con los pies mojados, pero todas las posibilidades que mis ojos podÃan ver ya no me hacÃan pensar en el asunto. Siempre me he sentido muy bien en medio de la naturaleza, logra que me olvide de cualquier problema o situación menos positiva que esté pasando en mi vida - el senderismo, el montañismo, caminar por la playa o por las pasarelas me calman la mente. Asà me sentÃa, tranquila, aunque caminaba me sentÃa bien. Aunque era abril y el tiempo empezaba a mejorar, en las semanas previas a nuestro viaje habÃa llovido mucho y hacÃa mucho frÃo, en este tramo de la carretera miramos un poco hacia atrás y vimos a lo lejos las Serras de Castro de Laboreiro. , todavÃa del lado portugués, estaban llenos de nieve.
QuerÃamos pasar a la siguiente etapa, Cortegada. En mi mente establecà el camino por etapas, asà era más gratificante saber de dónde venÃamos y hacia dónde Ãbamos y cada vez que llegábamos a ese lugar era como si alcanzáramos una pequeña meta. Poco antes de llegar a Cortegada empezó a llover de nuevo, esta vez la lluvia fue fuerte, decidimos parar un rato a comer, nos cobijamos un poco y nos sentamos a descansar un poco y recuperar energÃas ya era hora de comer y el hambre comenzó a mostrar signos. Por la parte del camino que recorrÃamos, incluso dudamos si Ãbamos por el camino porque no encontramos ninguna indicación, pero una de las reglas para seguir el camino es, hasta que no haya una nueva indicación, seguir siempre el camino principal. , asà lo hicimos.
Tras esta breve parada, volvimos al Camino y, cuál fue la sorpresa al saber que estábamos justo al lado de Cortegada. Poco a poco empezamos a ver casas de nuevo y las grandes letras CORTEGADA nos recibieron con una vista increÃble sobre el rÃo Miño. Paramos en el café Pensión Buena Vista, para tomar nueva energÃa y sellar nuestra credencial. Hablamos un rato con el dueño del café, le preguntamos si eran muchos los peregrinos que paraban allà o pasaban, durante todo este tramo del camino no nos habÃamos encontrado con nadie más que gente de localidades en su dÃa a dÃa. El señor dijo que no habÃa mucha gente caminando por ese Camino, pero que de vez en cuando aparecÃa gente y que a primera hora de la mañana habÃan salido dos muchachas que habÃan pasado la noche allÃ.
Cortegada forma parte de los diversos balnearios termales que podemos seguir a lo largo del camino, pero nosotros no lo visitamos. En el centro del pueblo hay una iglesia donde se encuentra la imagen de Santiago de Compostela, el Peregrino. Es también en esta localidad donde se une la otra ruta del Ribeiro Minhoto, que viene por la parte de Gerês, desde Portela do Homem, pasa por Lobios (España), pasa por Castro de Laboreiro (Portugal) y entra en España por la sierra de Monterredondo que sigue en dirección Cortegada donde se une a esta carretera que viene de la parte de Melgaço.
Por Irina Marques
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