En las pausas nocturnas, tiempo de descanso del cuerpo y del alma, es cuando surge la escritura. Pequeñas notas de dónde he estado, qué he visto, por lo que he pasado, notas para luego escribir estos “recuerdos” como me gusta llamarlos. Un esbozo de un escrito para luego contar una breve historia. Siempre necesité momentos de calma y sin mayores distracciones para poder escribir y las noches me brindaban esas paradas.
Por supuesto, mucha poesía salió de este camino, no esperaba que me invadiera sin pedir permiso, pero mi mirada y mi sentimiento declamaban poesía… (algo que no escribiré en esta descripción).
Al día siguiente retomamos nuestro viaje en Salón, la etapa sería llegar a Soutelo dos Montes, el único lugar donde podríamos dormir. Este recorrido entre Salón, Feás, Antas y Soutelo dos Montes sería por toda la montaña, y constaba de 29,6 kilómetros.
Para poder hacer esto, estipulamos que nuestro primer objetivo sería llegar a Feás, que serían 11 kilómetros. Luego comenzamos a escalar las montañas, ahora con nuestras mochilas a la espalda preparadas para los días que quedaban por delante. El camino subía mucho, aquí era la ruta más complicada, el cansancio de los días anteriores empezaba a hacernos cargo junto con el peso de la mochila y el desgaste de los pies hacía mucho más difícil la pendiente. Al menos la lluvia nos había dado un respiro y el paisaje que nos rodeaba nos ayudó a tener otros pensamientos. [...]
En esta ruta, el Caminho Minhoto Ribeiro se cruzaba con el Caminho da Geira y Areeiros y la subida a la iglesia de San Miguel de Albarellos era muy empinada, dejándonos sin aliento [...]
Cuando llegamos a Albarellos nos cruzamos con una pareja que nos comenta que la iglesia estaba cerrada, casi todas las iglesias que pasamos por el camino estaban cerradas y la ruta después de llegar a esta iglesia sigue por otro camino que pasaba por el escarpe de la montaña, en este punto me había quedado sin agua, y las continuas subidas comenzaban a pasarme factura. Continuamos por el camino y cruzamos unas bodegas en Tombelo, para luego cruzar un poco más adelante con otras en el pueblo de Valdesenda. Aquí estaban dos señoras que se sorprendieron al vernos llegar del medio de la montaña y yo como tenía sed pregunté si había agua por esa zona para poder llenar mi botella. Charlamos un rato con ellos, uno de ellos incluso quería traer agua de su casa, pero dijo que el agua de las cañerías no era tan buena como la de la fuente que estaba un poco más allá. Nos explicaron que esa zona era de San Miguel de Albarellos y que el café más cercano estaba a cuatro kilómetros, estuvimos un ratito hablando con ellos, eran unas señoras muy amables y nos contaban historias de las rutas de contrabando que tenían sus padres. todavía hace negocios entre Portugal y España. Decían que ya habían visitado varias partes de Portugal y les gustaba mucho nuestro país, nos alegramos y respondimos a su generosidad porque también pensamos que España tenía lugares muy bonitos. Eran inmigrantes, uno había estado en Suiza, y la Sra. Lolla, en Panamá, nos contó un poco sobre su familia y su vida. Mientras tanto, nos preguntaron a dónde íbamos, nuestro objetivo sería llegar a Soutelo do Montes, hablamos un poco más, pero, mientras tanto, tuvimos que despedirnos porque todavía teníamos un largo camino por recorrer, nos Lo lamentamos porque eran personas muy agradables para estar con ellos.
Fuimos a la fuente, pero antes pasamos por una situación curiosa, un hombre que usaba la batería de su tractor para cortar leña, las formas en que las personas usan su creatividad para hacer ciertas situaciones son graciosas y originales, ahí no tenía electricidad luego usó cualquier fuente de recursos que tuviera. Mientras tanto llegamos a la fuente, el agua estaba fresca, llenamos las botellas y seguimos nuestro camino hacia el interior de las montañas y siempre hacia arriba.
En cierto punto aún tuvimos que despejar el camino, se notó que por allí no pasaba mucha gente y había mucha vegetación y árboles caídos, fue en esos momentos que nos cuestionamos si estamos siguiendo el camino correcto. Es cierto que aún no nos habíamos perdido, pero siempre estuvimos a un paso de que eso sucediera, más aún después de lo que nos había contado el señor de turismo de Rivadavia.
Después de recorrer casi un kilómetro en medio de la vegetación, encontramos la ermita, la indicación de que íbamos por buen camino y camino asfaltado y, seguimos subiendo... subimos, hasta llegar a la cima de una montaña y siguió una carretera, ahora llana, hacia Vilachá. En este viaje hubo un sentimiento inexplicable [...]
Un poco más y estábamos en Feás, pasamos por el centro del pueblo y no encontramos a nadie, era la hora de comer y empezábamos a tener hambre. Sabíamos que esta parte del camino por el que íbamos tendría dificultades para encontrar pueblos con cafeterías, todo estaba en medio de la montaña. Fuimos a la iglesia de Feás, allí encontramos gente trabajando, y preguntamos si había café por esos lados. Las señoras y señores que estaban allí quedaron atónitos al vernos y saber lo que estábamos haciendo y de inmediato se ofrecieron a ayudar, el café estaba cerrado, pero uno de ellos tenía el contacto de la dueña y la llamó para ver si nos podía conseguir el qué para comer, mientras tanto dejamos las mochilas en la iglesia y una de las señoras nos llevó en coche al café bar Nictron. Esos lindos gestos de ayuda significaron mucho para nosotros, especialmente porque habíamos subido una montaña muy empinada y estábamos extremadamente cansados. Les agradecemos profundamente esos gestos.
Después del almuerzo, regresamos a la iglesia para buscar nuestras mochilas. En ese momento, caminar sin mochilas era casi como volar…
Y cuando pensábamos que el camino había dejado de subir, subía aún más arriba de la montaña… ahora, hecho sobre un camino asfaltado, las subidas seguían apareciendo. Seguimos hacia el norte hasta llegar a A Fenteira y estábamos muy cansados porque el camino había sido todo arriba, y cuando creíamos que había dejado de subir, aparecieron más subidas... hasta que paramos en una fuente donde había un señora en un tanque lavando ropa y donde podíamos beber agua y aquí nos llevamos una linda sorpresa.
Por Irina Marques
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