De Pademarin a Foxo aún aprecié algunos detalles que iban surgiendo, fue la mejor manera que encontré para no pensar en el dolor de pies, siempre se me ha dado bien distraerme observando pequeñas cosas que me dan mucha felicidad. Cuando era más joven, esta situación no era muy positiva, estar en clases atento a las materias que se estudiaban - yo, soñando despierto. [...] Muchas de las situaciones que me resultaban emocionalmente malas siempre las acumulaba, nunca se me daba bien expresar emociones más negativas, la forma en que podÃa hacerlo era dibujando, pintando, cantando, escuchando música o escribiendo. Nunca creà que mi escritura tuviera algo original porque siempre escribÃa como me venÃa a la mente: no estudio la forma hermosa en que se escriben las palabras en el papel. Con mis pinturas pasa lo mismo, no puedo crear composiciones, mis obras siempre abordan sentimientos, momentos, lugares, un pequeño registro de mà mismo, ya sea interior, exterior o una combinación de ambos. Hay otra condición más que es mi hiperactividad, algo que durante muchos años no sabÃa que tenÃa, y hace muy poco tiempo que descubrà algunos rincones de mà mismo que tuve que aprender a manejar, educarme, aprender en qué debo concentrarme y qué debo dejar atrás. El camino me abrió mucho los ojos, despertó sentimientos dormidos en mÃ, marcó una nueva etapa en mÃ.
Finalmente habÃamos llegado a Foxo y buscamos el único lugar que albergaba peregrinos para ver si podÃamos pasar la noche allà en el Bar Dama del Rio.Afortunadamente, habÃa un lugar donde pernoctamos, incluso éramos los únicos allÃ.
Por Irina Marques
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